LA DESPENSA DE JOSELITO

martes, 29 de septiembre de 2009

Las aventuras de Joselito

Las aventuras de Joselito

El sol, como cada día desgrana la melodía del impulso amarillo y la nota mas alta de la natural sinfonía recae lentamente sobre aquel prado lejano de nuestra infancia. Quien no tuvo una loma cubierta de flores diversas para tropezar mil y una veces en torpe galope, tan lejos como el trueno de la tarde siguiente, todos corriendo a esconderse de las gruesas gotas que intentaban bombardearnos con el estruendo acuoso del gentil desfile de charcos y salpicones. Café y galletas esperan en humeante comparsa con mantel desaliñado de agujero con sabor a nicotina, chocolates a cuadros en platitos sobrecargados de trabajo y sorpresas envueltas en plateada sonrisa que el niño de rigor devuelve con la mella divertida en aquellos dientes de ratón nervioso. El ruido de los cacharros aumenta al compás del tintineo metálico de las cucharillas y las carcajadas surgidas por la conversación intimista de secretitos sin importancia, confesiones coreadas por algún “niño deja las galletas” que alcanzan su cota superior cuando la mayor de la reunión agacha la cabeza al tiempo que baja la voz para recordar que lo que allí se cuenta no ha de salir del comité, no más de unas horas durará semejante juramento cuando en otro cónclave similar se aireen los “secretos de estado” de las vecinas, amigas o familiares denostados. Mientras tanto, el ratoncillo hace de las suyas y escondiéndose tras el armario en escorzo inimitable debido a su escasa talla , armado de cuchara sopera continúa la prospección que lleva tiempo perpetrando en aquella pared de yeso húmedo y debilitado en ratitos de fuga. Dónde estará el niño, se preguntan la mitad, pero el asunto de la prima ha llegado a la conversación y es mucho mas importante que la situación del infante, sobre todo al comprobar que las puertas están cerradas a cal y canto para evitar las carreras hacia la escalera peligrosa y empinada. Suena el timbre y el obrero en cuestión se siente traicionado por la visita, a correr que ahora se moverá el avispero y habrá que dar la cara, esa misma que está misteriosamente recubierta de polvillo blanco que pica lo suyo pero que no se atreve a rascar como si evitando el alivio no se notara la presencia de los restos. Es una vecina más, otra que viene a sumarse al coro de gallinas parlanchinas en que se ha convertido la merienda. Una mirada a la mesa le convence para no arrimarse al plato tras comprobar que los sobrantes del picoteo no son muy atractivos, al menos no tanto como volver a su particular obra de arte, aquel hermoso y cóncavo hueco que va creciendo en el secreto mas maravilloso en su hasta entonces corta vida. Su madre que le controla con el rabillo del ojo se alarma al verle la mejilla derecha completamente blanca, se altera un poco pero Joselito se apercibe y se saca una maniobra evasiva consistente en una corta carrera a derecha para derivar rápidamente en un bruuuuuummmm estridente al tiempo que con el dorso de la mano improvisa una pasada, dos segundos y medio después esta limpio y sin mácula apenas, pasa la alerta ante la incursión en más temas apasionantes, el viaje de la hermana de otra que no está, extraño desplazamiento sin el marido que dará al menos para otra hora, otro café y quizás con algo de suerte algunos bombones que espera rapiñar en otra “aceleración” motera. Al menor descuido se emboza detrás de un movimiento felino y ...Se cuela de nuevo entre el armario y la pared, la atracción que ejerce aquella obra de mampostería infantil es inaudita, no puede dejar de entrar una y otra vez a continuar con aquel agujerito que le mira como si fuera un ojo exhortándole a incidir en la misma dirección. El padre que conoce un poco más a su pequeño pirata sospecha algo, pero no consigue encontrar de donde diablos sale aquel yeso en los jerséis o en las uñas de su vástago. El niño que se siente observado, solo entra en trance metafísico de voraz cucharada cuando percibe una relajación de aquel señor que le parece enorme y molesto, porque tendrá que entrometerse en sus labores artísticas... Poco después comienza el desfile de matronas, jovenzuelas, primas, vecinas y demás pajaritas vocingleras, se marchan antes de la cuenta, maldita sea, no podrá continuar mucho más con aquella jornada, se le acaba el tiempo e incide con mas ahínco sobre la blanda superficie, con fruición enfermiza agota sus últimos segundos sobre aquel lienzo azulado, y al apretar lo hace con tanta pasión que en un momento determinado la susodicha firmó la rendición y de pronto, sin venir a cuento y sin conocer el motivo...Se vino abajo un buen trozo, pero no cayó sobre el, no...Fue a parar al otro lado del universo secreto, el paraíso se abría como ojo de cíclope en tremenda ventana donde entraban sus manos sin problema, lo malo es que al otro lado del cuadrado mágico y escondido, aparecía otra cara también conocida y que en sonora carcajada, entre nerviosa y sorprendida dibujó un...Hola José en chapurreado español, el alemán Walter amigo y casi hermano de su padre español dio la campanada y descubrió mi ópera prima, breve y dichosa. No fueron tales ni la reprimenda ni el guantazo cosechados tras tan ardua tarea, nunca comprendí porque se valoró de aquella manera mi gentil obra, pero no dejaría que la afrenta forzase mi retirada, habría muchas mas empresas para acometer, entre ellas una máquina de bolas de chicle que llevaba un tiempo provocándome al final de la calle...

4 comentarios:

  1. Pues aqui me tienes disfrutando de tus cosas...que arte tienes,no? Un abrazo

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  2. Le dijo la sartén al cazo...Para arte el tuyo, que tengo la pantalla del ordenador babeá cada vez que veo las fotos de tus recetas. Besos

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  3. En cuanto te salga la focaccia del horno, ya me estás escribieno, y por cierto, no sabes como me ha gustado que no hayas usado la panificadora,uhauuuuuuuu, impresioná estoy jaja

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  4. No se cómo estará de sabor...pero hueleeeee que alimenta. Y lo mejor de todo es que esta hecha en "comunidad", aqui todos aportan algo en la cocina.

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